Pocos pueden decir que sobrevivieron al ataque de un tanque, pero este hombre se niega a ser silenciado sobre lo que sucedió en la Masacre de la Plaza de Tiananmen, de la que el martes se cumplirán 30 años.
Fang Zheng, oriundo de China, se desplaza en silla de ruedas: después del ataque le amputaron las dos piernas. Tiene suerte de estar vivo.
El 4 de junio de 1989, alrededor de las 6 de la mañana, Zheng se retiraba de la plaza de Tiananmen, en Beijing, con sus compañeros de universidad cuando fueron emboscados por tanques del ejército chino. Lanzaron bombas de humo para ocultar su visibilidad.
“Nos atacaron directamente por la espalda y mataron a muchas personas en la Avenida Chang’an, provocaron una gran tragedia”, dijo Zheng, de 51 años de edad, a Chris Chappell, presentador del programa “Sin censura”, para el 29º aniversario de la masacre.
Ese 4 de junio, según recopiló Bles.com, Fang vio a una chica desmayarse debido al ataque de humo. Intentó ayudarla, cuando de pronto un tanque apareció rápidamente para aplastar a los dos. Fang empujó a la chica a un lado y la salvó. Sin embargo, no tuvo tiempo de correr.
“Lo último que recuerdo es ver el blanco de mi hueso saliendo de mi pierna”, dijo. “Esa fue mi última imagen antes de perder el conocimiento”.
Como estudiante de la Universidad Deportiva de Beijing, él y sus compañeros de clase salieron a la Plaza de Tiananmen a pedir la libertad y el fin de la corrupción del régimen chino.
La petición de los estudiantes no solo fue rechazada, sino enterrada por la censura y la propaganda. Aunque la mayoría de la gente de China hoy en día no sabe el alcance del derramamiento de sangre, los informes confirman al menos 10.000 muertes.
Como atleta, Fang quería participar en competencias deportivas internacionales para discapacitados, pero sus derechos fueron arrebatados por el Partido Comunista, por temor a que su historia saliera a la luz. Incluso se le negó un pasaporte para salir del país.
Para los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008, los periodistas extranjeros estaban deseosos de entrevistarlo. Antes de la llegada de un periodista alemán, desde la Oficina de Seguridad Pública lo llamaron para decirle que sabían de la entrevista, probablemente porque interceptaron su teléfono o el del periodista, y le comunicaron que si se negaba a la entrevista y no presentaba a otras víctimas de la masacre, le expedirían un pasaporte.
Fang cumplió y finalmente se le otorgó un pasaporte el 28 de agosto de 2008. Con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, él y su familia emigraron a Estados Unidos. Y el periodista terminó publicando la noticia cuando regresó a Alemania.